¡PENSAD! BIEN O MAL, DA IGUAL, PERO… ¡PENSAD!
Óscar Redondo Pascual | 6 Abril 2021
Siglo XXI, año 2021, el ser humano continúa su peculiar carrera tecnológica sin precedentes, continúa con su ímpetu de desarrollar herramientas tecnológicas, que sean capaces de hacer “esto y aquello” de manera totalmente autónoma.
-
¿Necesitas quitar el polvo de tu casa? Tenemos la mejor escoba del mercado.
-
¿Necesitas barrer sin agacharte? Te presentamos la nueva escoba con mango ergonómico de 150 centímetros, para que tu espalda no vuelva a sufrir.
-
¿Cansado de zarandear tus brazos para barrer? Te presentamos el aspirador eléctrico, barre tu casa más rápido y con menos esfuerzo.
-
¿Cansado de limpiar tú casa? Te presentamos el nuevo robot inteligente que limpiará tu casa, mientras estás en tu puesto de trabajo.
La sociedad cambia, avanza, se desarrolla, descubre nuevos mundos, se plantea nuevos retos, la rueda gira y, nosotros, nos movemos a su compás o, más bien, esa rueda nos arrolla descontroladamente.
Por supuesto que el avance tecnológico es fundamental, no hay más que echar la mirada unas pocas décadas atrás y ver a nuestros antepasados recorriendo varios kilómetros para poder depositar una carta con información importante en la casa de aquel cartero o aquella cartera, que sería el encargado o la encargada, de recorrer durante varias jornadas, largos y solitarios caminos hasta que finalmente tu carta llegaba a su destino.
Pues bien, el desarrollo humano nos ha permitido que este acto, se convierta en algo tan sumamente simple y cotidiano, como desbloquear tu Smartphone, abrir tu correo electrónico, tomar una foto a tu informe médico, elegir el destinatario y en cuestión de segundos, tu médico/a de confianza podrá analizar tu estado de salud.
Hasta aquí, todo bien, mejor dicho, casi todo bien, porque podríamos entrar en los daños colaterales que este proceso deja a su paso y entraríamos en un debate moral bastante complicado. Pero bueno, a lo que nos concierne, como decíamos anteriormente, hasta aquí, todo bien.
El problema llega, cuando la ambición de desarrollo sobrepasa ciertos límites, poco concisos por el momento, pero que llegan a arrebatar la parte más humana y más social del ser humano.
Hemos entrado en una vorágine automatizada que nos conduce a la no necesidad de pensar de manera autónoma, sino que contamos con herramientas que lo hacen por nosotros, incluso para las acciones más básicas del día a día: “Humano, recuerda que acabas de comer, en pocos minutos necesitará acudir al inodoro”.
Hoy, un aviso de este estilo en nuestros móviles nos sonaría extraño, pero seguro que nos suena menos extraño que ayer mismo y, mucho menos raro que hace dos décadas.
Muchos pertenecemos a una generación que no sabe leer un mapa de carreteras, ya que para ir al pueblo de al lado de casa, introducimos la ruta en nuestro móvil o directamente en nuestro coche y vamos siguiendo la línea que el maps nos marca.
Pertenecemos a esa parte de la sociedad, que es mayoritariamente aplastante, la cual conoce el día mundial de los filtros de Instagram, pero que no retiene en su memoria la fecha de cumpleaños de su mejor amigo y para ello necesita un recordatorio en su Smartphone.
Somos aquellos a los que se les está olvidando pensar de manera autónoma, aquellos que se van de fin de semana y casa rural con sus amigos, llenan la memoria del teléfono móvil con fotos y stories de Instagram, pero al cabo de un año no recuerdan apenas el nombre del pueblo deshabitado en el que no fueron capaces de desconectar y respirar naturaleza, en el que no fueron capaces de pensar de manera sencilla, pero autónoma.
Por ello… ¡pensad! Bien o mal, da igual, pero… ¡pensad!