La guerra civil más larga del mundo sigue lejos de terminar
Francisco García | 20 Febrero 2021
El 1 de febrero de 2021 Myanmar abría los titulares de las principales cadenas de información del mundo, mientras dentro de sus fronteras se cortaban las líneas telefónicas, se restringía el acceso a internet y la televisión pública era intervenida por los militares. El Consejo Administrativo del Estado tomaba posesión de sus cargos un día después y declaraba el estado de emergencia durante un año con la promesa de convocar unas elecciones justas.
La líder de facto del país, la Consejera de Estado, Aung San Suu Kyi, y demás miembros del gobierno de la Liga Nacional para la Democracia fueron detenidos y comenzaron una serie de protestas civiles contra el golpe de estado que han llevado al país a una nueva escalada de enfrentamientos en las calles de la antigua Birmania. Pero esto no es nuevo. Para comprender la reiterativa historia de esta nación, hace falta retrotraerse a su nacimiento.
Tras la Segunda Guerra Mundial, Birmania no fue ajena a la nueva dinámica de bloques de la Guerra Fría. Como muchos otros países del sudeste asiático, Birmania comenzó su camino hacia la independencia que, tras la ocupación japonesa, obtuvo de manos del Reino Unido en 1948. La inestabilidad de la región, materializada en la Guerra de Indochina, llevó a que las propias fuerzas nacionales movieran ficha, así como los bloques internacionales. En 1948, U Nu, militante comunista por la independencia de Birmania, accedió al cargo de Primer Ministro tras las negociaciones con el gobierno de Reino Unido, cuyo mandato estuvo marcado por la inestabilidad, como muestra su alternancia en el gobierno con los militares. El 2 de marzo de 1962, U Un fue depuesto por el líder del Tatmadaw (Fuerzas Armadas) Ne Win.
Mientras U Nu permanecía en “custodia protectora” en un campo militar a las afueras de Rangún, Birmania comenzaba la conocida como Vía Birmana al Socialismo, de la mano de Partido del Programa Socialista de Birmania, partido único de 1964 a 1988. Durante este período, la República Socialista de la Unión de Birmania escoró hacia la nacionalización y el aislamiento, mientras se entremezclaban el marxismo y la religión, con el objetivo de lograr una mayor cohesión social. La autarquía, la falta de recursos y el no alineamiento con los bloques principales de la Guerra Fría, derivaron en protestas estudiantiles, obreras y religiosas que culminarían en el Levantamiento 8888, en agosto de 1988.
Tras los disturbios urbanos y la represión del gobierno socialista, el 18 de septiembre de ese mismo año, el Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo, una nueva junta militar dio un golpe de estado para poner fin a las protestas y acabar con la Vía Socialista. La junta militar dictaminó sustituir el nombre de Birmania por República de la Unión de Myanmar, nombre actual del país.
Tras la experiencia socialista, en 1990 se llevaron a cabo las primeras elecciones, cuyos resultados dieron una amplia mayoría a la Liga Nacional para la Democracia, dirigida por Aung San Suu Kyi, hija de un importante militar, la cual no fue reconocida por los militares. Than Shwe, una de las caras más visibles de la junta, se encargó de dirigir el país hasta 2011, junto a otros miembros del ejército, cuyas políticas han sido tildadas de represivas en numerosas ocasiones por estamentos internacionales. En este contexto, Suu Kyi fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 1991 por “su lucha no violenta por la democracia y los derechos humanos. Diversos conflictos étnicos y territoriales se han producido bajo el mandato de la junta militar. Sin embargo, las protestas de 2007 por la subida del precio de los carburantes y el paso del Ciclón Nargis no frenaron a la junta militar para convocar un referéndum para una nueva constitución, en la que se les aseguraba un 25% de la representación de la Cámara de Representantes.
El plebiscito fue aprobado entre dudas de la veracidad de los resultados y la naturaleza de la propia Constitución. Al tiempo que en las elecciones convocadas para 2010 la junta militar ganaba, de nuevo, con sospechas, Aung San Suu Kyi era liberada de su arresto domiciliario. La victoria de la LND en ambas cámaras parlamentarias en 2015 abrió las puertas a Suu Kyi como Consejera de Estado, aunque detentase el poder de facto, el cual mantendría hasta el 2 de febrero de 2021.
La singularidad de Myamnar apenas se divisa en su historia reciente. Las características de este país del sudeste asiático vienen derivadas de una geografía compleja, con regiones montañosas a este y oeste y una gran llanura fértil, sembrada de arroz e irrigada por tres ríos que descienden del Himalaya. Más de un centenar de etnias, entre reconocidas y no reconocidas, pueblan sus 7 estados y 7 regiones. A su vez, conviven diferentes religiones, entre las que destaca el Budismo Theravada, el cual ha influido en la dirección del país en varias ocasiones. Su posición geográfica hace tan atractiva a la antigua Birmania como sus recursos naturales, que han tentado a los intereses internacionales desde antaño.
Comparecencia del general Min Aung Hlang tras el golpe de estado. Fuente: France 24.
Las elecciones del 8 de noviembre de 2020 redirigieron la deriva de Myanmar de manera definitiva. No obstante, el germen de las vicisitudes se encuentra en las elecciones previas. En 2015, la Liga Nacional para la Democracia copó la gran mayoría de los asientos de los representantes en Asamblea y Senado, lo que supuso el inicio de la andadura democrática en el país, no exenta de polémicas. La influencia del ejército no se vio mermada y sus esfuerzos de dirigieron hacia la persecución de una de las etnias más desfavorecidas del país.
Los rohinyá un grupo étnico de creencias islámicas comenzó a sufrir una limpieza étnica por parte de las autoridades en la zona más occidental del país. La violencia contra este pueblo se agravó en sobremanera, lo que llevó a los rohinyá a buscar refugio en Bangladesh, provocando una crisis migratoria con un gran impacto en la prensa internacional, pese a que el conflicto llevaba años activo. En este clima de tensión entre el ejército y el gobierno civil, las urnas volvieron a dar la victoria a la LND en 2020, no sin las acusaciones de fraude por parte de la junta militar. Los meses posteriores a las elecciones vinieron marcados por las sospechas, internas e internacionales, de un posible nuevo golpe por parte de los militares, que finalmente llegó a principio de febrero de 2020.
Desde entonces, las protestas en las calles de Rangún y otras ciudades se han sucedido con la reclamación de devolver el poder a la LND. Aung San Suu Kyi sigue en arresto domiciliario, acusada de importación ilegal. Los cortes de comunicación cada vez son más habituales, en especial el de internet. La crudeza de los enfrentamientos entre las autoridades militares y los manifestantes comienza a preocupar a nivel internacional, puesto que no parece estabilizarse una situación que lleva décadas enquistada y que ha frenado una apertura democrática que parecía alentadora. Hoy en día, más de medio millar de manifestantes han sido detenidos, 23.000 presos comunes han sido amnistiados por la junta militar, la represión de las protestas es cada vez más acusada y la muerte de una manifestante por un disparo en la cabeza ha sido el culmen de la situación de la antigua Birmania.

