LA DERIVA DE LA CLASE OBRERA
Óscar Redondo Pascual | 1 Mayo 2021
Lejos quedaron aquellos años en los que las ciudades y los cordones industriales rebosaban de obreros con caras y manos ennegrecidas que vestían monos de trabajo azulados, mil veces remendados, que coloreaban los grises cielos de Londres, Detroit o Asturias.
Decimos lejos, porque en realidad esas estampas tan singulares se han perdido hace ya, al menos 3 décadas. El obrero del mono azul que regaba con su sudor una cadena de montaje de una fábrica de automóviles, ha desaparecido… ¿o no?
Quizás no, quizás esa clase trabajadora no haya desaparecido, sino que haya sufrido una transformación total hacia nuevas formas de vida laboral, social y cultural. Quizás, en la década de los años 20 del siglo XXI el sudor de los obreros se encuentre regando las carreteras y aceras de Londres, Detroit o Asturias a golpe de pedal y mochila amarillenta cargada de comida y bebida.
Echando un vistazo a las publicaciones sociológicas y sociopolíticas más “mainstream” de las últimas dos décadas, hemos observado una tendencia clara a la negatividad en torno a la clase trabajadora. “La clase trabajadora ha desaparecido”, “La clase trabajadora no existe”, “La clase media se ha comido a la clase trabajadora”, “La clase trabajadora ya no lucha por sus derechos”, “La clase trabajadora vota a la derecha”…
La clase trabajadora es esto y es lo otro, en eso estamos de acuerdo, pero una cosa quede clara, la clase trabajadora, es y será siempre el escalón de abajo, en el cual se apoyan los de arriba para seguir escalando. El problema de esta negatividad y de este pesimismo radica en una concepción muy equivocada de la clase trabajadora. Desde la izquierda y el mundo sindical, siempre se ha visto a aquellos obreros de mono azul, como unos referentes en la lucha de clases, el progresismo y los avances en las conquistas de derechos sociales. Lo son, en efecto lo han sido, lo son y lo serán, pero no podemos olvidarnos de una cosa y es que la clase trabajadora, también es rancia, también goza de una incultura terrible, también cocina y alimenta la fragmentación solidaria del pueblo y también alimenta el machismo y las diferencias sociales entre los grupos más minoritarios.
Es muy duro leer esto, pero sintiéndolo mucho así ha venido funcionando y así lo sigue haciendo en nuestros días. La mitificación de la clase obrera por parte de las facciones sociológicas de la izquierda tradicional ha sido y es un grave error, basta con oír relatos de cualquier obrero tras la dura jornada en aquellos maravillosos y grises años 80-90 de la España de los cordones industriales. Esos relatos muestran conversaciones vacías, banales y machistas. Esos relatos nos cuentan como una gran parte de los obreros gastaban sus ratos de descanso hablando de fútbol, tetas, culos y coches tuning.
Pero esto solo es una primera parte, esto es únicamente una facción de esa maravillosa clase obrera, es la misma clase trabajadora que ha llevado al poder a gobiernos cuasi fascistas como el de Donald Trump en EE.UU, los que alzaron en la política francesa a la formación fascista de LePen o los que ven en el partido de extremaderecha VOX la solución a los problemas laborales de la clase trabajadora española. ¿Quizás sea la izquierda la que tiene un problema de base teórico-formativo y no es capaz de ofrecer sustento moral, político y cultural a la clase, a la que por otra parte, le debe toda su existencia?
Esta es una reflexión obligatoria que cualquier formación en pro del progreso social y la defensa de la clase protagonista de hoy, debe hacerse. ¿Por qué no saben canalizar esa facción más revolucionaria de la clase obrera que vota a la derecha, a la extrema derecha o al liberalismo más rancio del espectro político? Porque no podemos olvidar que al final de todo, esos obreros que votan a la derecha, no son más que gente de clase baja que sabe que su voto es un acto de liberación democrática y que juntos pueden hacer cambiar la actual situación, es decir, saben que son clase obrera (evidentemente no todos, no podemos olvidar a aquellos que se creen el cuento de la “clase media” que cobra 1200€ al mes con un contrato indefinido), saben que unidos hacen fuerza. ¡Eso es lo que tenemos que saber canalizar desde la izquierda!
Por lo tanto, dejando a un lado esa mitificación literaria que la clase obrera ha venido arrastrando durante las últimas décadas, podemos afirmar varios aspectos, uno de ellos es que la sociedad se sustenta gracias a la clase obrera, eso es un hecho indiscutible. El segundo aspecto que podemos afirmar, generalizando mucho, es que existen dos tipos de trabajadores, los que crecieron laboral y socialmente en una fábrica, escuchando a “La Polla Records, Barricada, The Clash…”, leyendo a “Nicolás Sartorius, Nahuel Moreno, Alejandra Kollontai, José Saramago…” y viendo cine de “Elio Petri, Los Hermanos Berlanga, Federico Fellini, Pier Paolo Pasolini…”; y aquellos otros que crecieron en la misma fábrica, pero que en sus ratos libres escuchaban a “El Barrio, Estopa, Camarón, Mecano, Los Pecos y a El Canelita” y veían fútbol, boxeo y porno codificado en la televisión de casa, alternado con películas románticas en la que una pareja neoyorquina se enriquece y se acaban casando a las orillas del mar en Miami.
El último aspecto y más interesante, es que ambos perfiles integran una misma clase, ambos perfiles tienen el mismo poder político en sus manos, ambos perfiles son los protagonistas de los cambios acaecidos en las fábricas, ambos se ven en las urnas y ambos tienen el poder de cambiar el régimen político de un país. Ambos son clase obrera.
Pareciera en este punto, que todo lo que rodea a la clase obrera es blanco o negro, quizás un gris apagado y poco esperanzador, pero no es así, sino que la clase obrera ha sido la encargada de endulzar las leyes laborales, ha sido capaz de demostrar la cara más solidaria del ser humano, ha sido y es capaz de demostrar que aquello de que “el hombre es un lobo para el hombre” tiene muchos matices, tales como que el hombre es un lobo, que como tal protege a sus iguales, a sus compañeros, a los trabajadores.
Los años han pasado y hasta nuestros días, la clase obrera ha seguido siendo la gran azotada del sistema económico y político mundial, los oficios mal pagados se han mimetizado en todos los estratos del panorama laboral, ya no se pagan únicamente mal y no se respetan unas condiciones de trabajo dignas en las fábricas y las obras, sino que el siglo XXI y su capitalismo más salvaje, nos ha traído a “riders” que cobran 3€ por pedido, a “kellys” que limpian habitaciones por 2€ la hora y a una larga lista de oficios de corte “inditexiano” que van desde los 5€ al mes en Bangladesh, hasta los 5€ a la hora de España en plena Gran Vía de Madrid, con la única diferencia de que el capitalismo mundial, ha hecho creer a unos que son clase media y viven bien (los de la orilla occidental), mientras que a los otros (aquellos mal denominados tercermundistas por occidente) directamente les ha cerrado el cerrojo de la libertad social y cultural.
Llevando a últimos términos esta exposición, hemos de lanzar un grito esperanzador al respecto. Porque si de algo sabe la clase trabajadora es de solidaridad, profesionalidad y compromiso con sus compañeros. Nada más se necesita echar un vistazo atrás, ver como las huelgas obreras en el mundo han conseguido frenar políticas agresivas, han conseguido frenar prácticas destructivas para el medioambiente, han concienciado calles y ciudades enteras a su paso, en definitiva la clase obrera “va al paraíso” tal y como nos demostró Elio Petri en su film de 1971.
Hoy, 1 de mayo de 2021, queremos aprovechar el día de todos los trabajadores del mundo para lanzar una crítica a aquellos a los que les corresponde salvaguardar la salud pública, legal y política de la clase obrera, para que de una vez por todas sean capaces de ofrecer un techo social y cultural a su clase, aquella que muchos olvidaron, aquellos que muchos han emancipado. Por ello, revisen sus conciencias, si encuentran el espíritu obrero, adelante renuévenlo y salgan a defender sus derechos, si por el contrario no aparece por ningún lado, por favor no sigan haciéndose llamar demócratas, progresistas, socialistas o sindicalistas y aparéntense de nuestros caminos.
También aprovechamos para felicitar a todos/as los/as trabajadores/as del mundo y recordad con honor a aquellos Mártires de Chicago, entre otros muchos, que un primero de mayo de 1886 nos marcaron un camino a seguir y como buenamente hemos podido, unas veces mejor y otras peor, hemos seguido forjando y alicatando.
Disfrutad de vuestro día, leyendo, bebiendo o bailando pero, sobre todo…”Proletarios del mundo, uníos” porque el futuro, como el pasado, es nuestro.
